
Miedo al Dolor en el Parto
Cada vez que una mujer comienza con contracciones que anuncian el nacimiento de su bebé, se activan recuerdos relacionados con la propia experiencia de dolor físico y emocional y cómo ella ha manejado esas experiencias, qué le han dicho del dolor, qué significa el dolor.
En nuestra cultura, el dolor representa una sensación a ser eliminada de inmediato, así como la queja debe ser adormecida sin mirar qué expresa. Un manejo negador y autoritario sobre nuestras sensaciones, sin ninguna comprensión del sentido que pueden tener en nuestro camino de comprensión de sí misma y de la maternidad.
Parir es sinónimo de esfuerzo, de fortaleza, de sacar a la luz un nuevo ser o proyecto. Y ello no se logra sin atravesar por el cambio, sin que parte de nuestras estructuras, creencias, actitudes sobre nosotras mismas se vean modificadas dolorosamente.
En el parto, lo vemos en la modificación temporal de la pelvis y la columna vertebral, pero ser madre va a modificar de manera sustancial nuestra estructura, nuestra vida, la forma en que nos vemos y actuamos.
Hay diversas maneras de manejar el dolor durante el parto, que deben ser utilizadas según la predominancia de los sentidos en cada mujer según la Programación Neurolingüística, y según las Inteligencias Múltiples, es decir, tradicionalmente usamos el movimiento de caderas, los masajes, o sumergirla en una bañera tibia y la respiración acorde a la fase del parto.
Pero hay mujeres que no son táctiles sino auditivas y con su música favorita sea de ambiente o con audífonos no perciben con intensidad el dolor durante el parto, otras mujeres son kinestésicas y bailando, caminando o moviendo las caderas ya pueden tolerar el dolor, otras son visuales y llevarlas a través de una visualización las ayuda enormemente.
Evadir las crisis, el esfuerzo, el dolor, el compromiso, las responsabilidades, es fácil en la actualidad, nuestra cultura no nos ayuda a crecer, de allí que en los momentos más intensos del trabajo de parto, huimos del dolor pidiendo una cesárea sin recomendación médica, en lugar de adueñarnos de él, de hacerlo nuestro aliado.